miércoles, 20 de junio de 2012

Fueron mis ríos contra tus carreteras de humo


Claro que me gustaría abandonar mi mundo por unos instantes. Dejar de ser quién soy, actuar sin telón delante de millones de espectadores, nuevos, desconocidos. No pensar ni un segundo más en ti, ni en ti, ni en ti tampoco. Olvidaros a todos, renacer bajo mis propios criterios sin todas esas impurezas que los años han ido añadiendo, que mis acompañantes impusieron. Soltar todos los hilos sería una buena opción, viajar un poco más, llorar un poco menos. Salir a respirar un aire completamente nuevo, renacer en un lugar extraño del que no haya oído hablar nadie. Volar sin los pesos que lo dificultan tanto, e incluso lo impiden a veces.

He pasado demasiado tiempo inmóvil, arrastrada hasta que decidí nadar. Pero sigo mojada. La ropa me pesa, el pelo se me adhiere en la cara, molesto. A veces continúo sintiendo un poco de agua en los pulmones, y toso...

Dices que siempre me quedarán fuerzas para empaparme un poco más, meterme en el río que me ha dolido tantas veces y, cuando salga de nuevo, volveré a sentirme pesada, molesta, pero aliviada. ¿Verdad? Eso es lo que me dices con tus ojos clavados en los míos, ojos de una esencia fatal, de muerte encerrada, atrapada, ahogada. Buscas mi aprobación.

Me tiendes la mano, no sólo. Ofreces nadar conmigo. Buscaremos un lago, dices.

No tienes ni idea...

Has descubierto mis puntos débiles al ofrecerme la libertad, pero has fallado en todo lo demás. Has olvidado que si nado y lo hago sola, es porque así lo he decidido. Si me ahogo, no me saques, ni me mires. Si me empapo, no me seques. No soy frágil, no soy tu víctima. No soy mi víctima.

Son tus carreteras de humo las que no logro vislumbrar. Se desvanecen sus curvas mortales hasta mis pulmones como el agua, y también toso. Vuelvo a toser, maldita sea. ¡Me ahogo! Quieres conducir hasta más allá de todo mapa, pero la ruta desaparece de camino al cielo. Son tus carreteras de medio segundo las que no tardas en trazar, las que no vas a dibujar para mí. Las que has dibujado tantas veces...

Pero tienes razón, tienes razón en todo. Eso es lo más desconcertante. Sería maravilloso volar como si nada hubiera sucedido después de sumergirse en la fuerza de un amenazante río desconocido, con violencia, sin frenos. Caer miles de veces entre tus carreteras imprecisas, y seguir...

Sería increíble...

Pero no es libertad. Y eso tú no lo comprendes.

Me preguntas porqué.

¿No lo sabes?

Sí lo sabes.

Me ofreces tu cigarro y lo consumo en una calada. No hay palabras, nadie las echa de menos. Acabo con el humo en una despedida desde lo profundo, en mis pulmones. He dejado de toser, ahora sólo duele, quema, se desvanece, sueña... y mata.

2 comentarios:

Felipe dijo...

Me alegra verte de nuevo por estos lares. Me alegra sinceramente.

Cazadora de nubes dijo...

Muchas gracias. Ahora que tengo más tiempo que dedicarle al blog no voy a desperdiciarlo. Incluso puede que pruebe algo nuevo, lo mezcle con lo antiguo, quién sabe. Toca experimentar y aprender :)